Fotografiando la vida
Desarrollar una mirada contemplativa lo es todo.

Comencé con la Fotografía hace mucho tiempo, con el afán de rescatar a los míos del inevitable transcurso del tiempo.
Creo que conseguí más que eso, pues he descubierto nuevos mundos detrás de las apariencias.

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La fotografía desde siempre estuvo presente en mi casa paterna como porciones rectangulares de historia que aún conservo.

La vieja cámara de fuelle de mi abuelo fue para mi hermano y para mí el juguete más misterioso.

La preferida de mi padre fue una camarita de bolsillo que se había ganado en los años 30, por haber completado un álbum de figuritas del Chocolatín Kelito. Con ella fotografió a escondidas sus 2 años de Marina en Puerto Belgrano. Según contaba era tan pequeña que la podía mantener escondida debajo del birrete.

Mama -más moderna- tenía una Tauro Color Junior 127, luego una Kodak Pocket, hasta que un día llego a la casa una mágica POLAROID. Con todas ellas y de la mano de una Pentax K 1000 inicie este viaje.

La fotografía fue, es y será mi incondicional compañera de aventuras y lo más importante: mi legado.